Hoy me gustaría centrar mi entrada del blog en una situación
que viví hace un par de semana, y la cual no me dejó indiferente. Me gustaría contar
esta vivencia, debido a que va en relación con la historia que una compañera
nos contó al comenzar una clase, la cual me hizo reflexionar y tiempo más tarde tuve la ocasión de vivir
algo parecido.
Como bien he dicho anteriormente, hace un par de semanas
cogí el autobús como hago cada día, y poco antes de llegar a mi parada
presencié una circunstancia, ajena a mí, que llamó la atención de todos los
pasajeros, así como la mía.
Un hombre, había decidido ocupar los asientos reservados para
embarazadas, personas mayores o minusválidos/as,
el cual no aparentaba ninguna necesidad especial por la que ocupar dicho
asiento. Junto a este hombre se encontraba un señor mayor, pero en este caso el
señor estaba situado de pie y cerca de él una señora, la cual al ver que el
hombre sentado en el asiento “reservado” no tuvo la intención de ceder su lugar
al señor mayor, que probablemente tendría mayor necesidad de utilizarlo que él,
decidió dirigirse a dicho hombre de malas maneras cuestionando la actitud que
este estaba llevando a cabo. Esta situación terminó en una discusión, la cual
no sirvió para nada, ya que el señor mayor se quedó sin asiento de todas
formas.
Respecto a esto, he de decir que estoy totalmente de acuerdo
con el enfado de la señora, ya que los asientos destinados a personas que
tienen algún tipo de necesidad no deberían ser utilizados por aquellas que no
se encuentren en esas circunstancias, y en caso de que sean utilizados, estas
deben saber que si alguien que cumpla
las características requeridas para utilizar los asientos accede al transporte,
deberán cedérselos inmediatamente. Por otra parte, discrepo en la manera en la
que dicha señora se dirigió al hombre del que hablamos, porque si hubiera
utilizado las palabras correctas se habría podido evitar la discusión que en
ese momento tuvo lugar.
Para finalizar, me gustaría introducir dentro de esta
coyuntura el tema de la educación, lo que me lleva a realizarme la siguiente
pregunta: ¿la educación que reciben las personas afecta en el comportamiento que
llevan a cabo en determinadas situaciones?. Bajo mi punto de vista resulta complicado responder
a esta cuestión, debido a que la personalidad de las personas siempre sale a la
luz y esta, en muchos casos, es independiente de la educación.
Andrea Mora Coronado.
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